Una característica que no puede
ser pasada por alto en referencia a Jacob es, sin dudas, su falta de
masculinidad. Jacob, lejos de interesarse por las tareas propias de los
hombres, prefiere la vida hogareña al amparo de su madre y los quehaceres de la
casa. Y que este hecho sea tan especialmente mencionado dentro de esta leyenda,
no puede ser pasado por alto. Esto, es enormemente significativo en cuanto a la
personalidad que desarrollará, a la postre, y la influencia que seguramente
tendrá en su hijo dilecto. Si tomamos como referencia las narraciones que
aparecen en las escrituras, solemos toparnos con la imagen de la mujer como un
ser altamente manipulador. Desde Eva y su manzana, hasta Rebeca y la bendición
para Jacob, pasando por Sara y el destierro de Agar, se muestra a la mujer como
quien acicatea en el carácter y la conciencia del hombre para orientarlo en su
accionar ya sea para bien como para mal. Podemos deducir de esto que el rol
femenino es una representación de la política, o más aún, de la manipulación
política.
La mujer, puesta a las labores del hogar,
desarrolló la capacidad de observación y comprensión, que el hombre, inclinado
a la fuerza bruta y el trabajo sin descanso, no posee. Esta capacidad política
finalmente es desarrollada como astucia. Jacob, puesto a convivir con las
labores femeninas, tiene que haber desarrollado un poder de reflexión ajeno a
su propio género, llevándolo a tener, sin lugar a dudas un plus sobre sus
pares. El inclinar a Jacob hacia el lado femenino no es más que una
representación del cambio en el accionar de los líderes del clan. Abraham,
necesitó entrar en conflicto y guerra con otros reyes para mostrar su poder.
Jacob ya no tiene necesidad de esto, como se ve en su relación con su suegro o
con su mismo hermano, sus guerras las gana políticamente[1]. Es
mi firme convicción el pensar que fue esta habilidad la cual transmitió al más
amado de sus hijos, José; y que ello maduró tan hábilmente el joven, hasta
devenir en la extraordinaria capacidad política que debió haber desplegado para
llegar a ocupar un cargo tan importante dentro del imperio Egipcio, tierra
anhelada por sus antepasados y que, sin dudas, él llegó a muy poco de gobernar.
[1] Una importante
confirmación de esto es sin lugar a dudas la negociación que entabla con Jamor,
cuando el hijo de éste, Siquem, viola a Dina. Negociación echada por tierra al
intervenir sus propios hijos Simeón y Leví. La representación de esta leyenda
nos deja la enseñanza de lo mucho que se podría conquistar políticamente, en
contraposición de las perdidas que generan una Guerra sin sentido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario