jueves, 31 de julio de 2014

Referencia sobre Jacob



Una característica que no puede ser pasada por alto en referencia a Jacob es, sin dudas, su falta de masculinidad. Jacob, lejos de interesarse por las tareas propias de los hombres, prefiere la vida hogareña al amparo de su madre y los quehaceres de la casa. Y que este hecho sea tan especialmente mencionado dentro de esta leyenda, no puede ser pasado por alto. Esto, es enormemente significativo en cuanto a la personalidad que desarrollará, a la postre, y la influencia que seguramente tendrá en su hijo dilecto. Si tomamos como referencia las narraciones que aparecen en las escrituras, solemos toparnos con la imagen de la mujer como un ser altamente manipulador. Desde Eva y su manzana, hasta Rebeca y la bendición para Jacob, pasando por Sara y el destierro de Agar, se muestra a la mujer como quien acicatea en el carácter y la conciencia del hombre para orientarlo en su accionar ya sea para bien como para mal. Podemos deducir de esto que el rol femenino es una representación de la política, o más aún, de la manipulación política.
 La mujer, puesta a las labores del hogar, desarrolló la capacidad de observación y comprensión, que el hombre, inclinado a la fuerza bruta y el trabajo sin descanso, no posee. Esta capacidad política finalmente es desarrollada como astucia. Jacob, puesto a convivir con las labores femeninas, tiene que haber desarrollado un poder de reflexión ajeno a su propio género, llevándolo a tener, sin lugar a dudas un plus sobre sus pares. El inclinar a Jacob hacia el lado femenino no es más que una representación del cambio en el accionar de los líderes del clan. Abraham, necesitó entrar en conflicto y guerra con otros reyes para mostrar su poder. Jacob ya no tiene necesidad de esto, como se ve en su relación con su suegro o con su mismo hermano, sus guerras las gana políticamente[1]. Es mi firme convicción el pensar que fue esta habilidad la cual transmitió al más amado de sus hijos, José; y que ello maduró tan hábilmente el joven, hasta devenir en la extraordinaria capacidad política que debió haber desplegado para llegar a ocupar un cargo tan importante dentro del imperio Egipcio, tierra anhelada por sus antepasados y que, sin dudas, él llegó a  muy poco de gobernar.


[1] Una importante confirmación de esto es sin lugar a dudas la negociación que entabla con Jamor, cuando el hijo de éste, Siquem, viola a Dina. Negociación echada por tierra al intervenir sus propios hijos Simeón y Leví. La representación de esta leyenda nos deja la enseñanza de lo mucho que se podría conquistar políticamente, en contraposición de las perdidas que generan una Guerra sin sentido.

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