Para comprender una leyenda en
términos históricos el primer paso es desmitificarla. Extraer de ella todo
aquello que fue agregado a través de los siglos para enaltecer la figura del
protagonista o para rescatar los dogmas morales que pretende inculcar. Es
decir, tomar el hecho histórico lo más literalmente que nos sea posible; sin
connotaciones del tipo místico o filosófico, sino como una correlación de
sucesos que encadenados a los acontecimientos que desencadenan van conformando
el hecho histórico en si. Así, para entender este funcionamiento deberemos
hacer un trabajo de simplificación reestructurando los elementos trascendentes
de la historia en cuestión.
La historia de Abram puede situar su origen
cuando este es llamado a abandonar su pueblo y/o sus familiares. Este hecho
puntual, según los teólogos, acontece rondando el año 1990 aC[1] Los
términos en los cuales se produce este hecho hacen referencia a la intervención
divina. Pero como ya he dicho, para calificar el relato en términos históricos
es necesario ser lo más terreno posible, por lo cual intentaremos dejar de lado
cualquier intervención providencial, como medio de desmitificación.
Debemos tener en cuenta que en el siglo XX aC eran pocas las sociedades humanas que habían
evolucionado en ciudades y/o imperios[2]
y la gran mayoría de las comunidades
eran tribus administradas o regidas bajo la forma del clan familiar (Ver recuadro).
Abram, como individuo, pertenecía a un clan familiar determinado y el
llamamiento no es, en términos históricos, otra cosa más que el desprendimiento
de ese clan y la conformación de uno propio. Es decir, Abram toma a su mujer y
sus pocas pertenencias y se marcha, no como una nueva rama del clan al cual
pertenece, sino como padre fundador de su propio clan familiar. El clan de
Abram y sus futuros descendientes. Es importante señalar aquí (Por motivos que
más adelantes se comprenderán) que Abran no va a instalarse a Canaán, cuya
región sur se hallaba por esa época bajo el imperio medio Egipcio, pues si
seguimos su itinerario podemos ver que al pasar por allí continúa hacia el sur
(Es decir, territorio Egipcio) de donde luego es obligado a volver. (Ver mapa)
Muy bien, en términos de rigurosidad
histórica, el relato no guarda el más mínimo fundamento. No creo que sea
necesario remarcar lo poco veraz que resulta el argumento, más acorde al
proceder de un proxeneta que al de un hombre temeroso por su vida. Ni el hecho
de que el miedo a ser asesinado por ser esposo de Sarai en el comienzo de la
historia, no tiene su correlato en el final, cuando realmente se descubre que
lo es. Sin embargo, me es necesario citarlo porque la verdadera dimensión de
este hecho está dada en que abram llegó a tierra egipcia, de donde fue
expulsado con posterioridad, y más allá de estas inconcordancias, la historia
sirve para referirnos dos hechos puntuales.
1)
Abram llegó a Egipto pobre, pero salió de Egipto rico.
2)
Abram hizo su fortuna mediante engaños y mentiras.
Según mi opinión, uno de los
motivos de este relato es la semblanza de un comportamiento y la representación
de la moral y costumbres de la época en que sucedió[4]. El
otro de los motivos por los cuales esta historia toma relevancia tiene que ver
con la cuestión territorial, y se verá más adelante en: Ismael, Isaac y egipto
Luego de esto (Y también por esto) El
desarrollo de los acontecimientos nos revela a un Abram poderoso. Para
probarlo, es puesto en conflicto con cuatro reyes del lugar y los vence con
solo 318 hombres. Esto nos muestra a las claras que los llamados reyes no eran
tales, sino jefes de clanes aliados entre sí. El que Abram los haya derrotado
con 318 hombres nos da una idea del tamaño de los clanes en aquella época.
Puesto que para que el hecho fuese tachado de heroico (En términos reales y no
míticos) los 318 guerreros de Abram, debían de haber enfrentado al doble o
triple de guerreros de los otros cuatro clanes aliados, los cuales divididos
por los componentes de la alianza nos muestra claramente que el de Abram era
uno de los clanes más grandes de la región. Además de esto, incrementa su
patrimonio con el noventa por ciento de los bienes recuperados, a excepción de
un clan, al cual le devuelve íntegra su fortuna, como muestra de desprecio.
En este punto nos encontramos ya con un Abram
sumamente poderoso, temido y respetado. Su clan cuenta con tierras, ganado,
esclavos, ejército y todos los atributos de un verdadero y nuevo clan. Sin
embargo aún le falta algo que cada clan poseía de manera diferencial; religión.
Abram trae consigo el respeto al Dios de sus antepasados pero para ser un clan
familiar verdaderamente definido, debe dotarlo de una creencia determinada y
particular (Ver
recuadro) No es mi intención ahondar en este aspecto de la historia,
sino, solamente referirme a los acontecimientos. Los lineamientos sobre la fe
que profesará bien pudieron ser adaptaciones de otras creencias, bien pudieron
ser elucubraciones propias, o bien pudieron ser manifestaciones reveladas por
el único Dios verdadero.
Mi intención es histórica, no teológica, no filosófica;
eso lo dejo a los estudiosos de la materia, o a la creencia particular del lector.
Lo cierto es que, por una u otra razón, Abram
dota a su clan de una fe particular. El hecho bautismal de tal acontecimiento
es marcado por algo muy común en la época que era el cambio de nombre. A partir
de aquí, Abram pasa a llamarse Abraham y Sarai, Sara. Sin embargo Agar[5] continúa llamándose Agar y su hijo conserva el
nombre de Ismael, hecho que pareciera demostrar el estadio inferior en el cual
se hallaban[6]. Otro hecho fundamental en
su nueva religión, y no tan común, es la circuncisión; algo practicado en
Egipto desde mil años antes.
Ya con su clan en un estado de maduración,
vuelve a repetirse la historia en la cual Abraham hace pasar a Sara por su
hermana, engañando a otro gobernante, con similares resultados que
anteriormente. Sin embargo en esta oportunidad el beneficio obtenido es otro.
La representación de la primera historia en este respecto redunda en una ganancia
netamente económica, Abram se convierte en un hombre rico y es obligado a
abandonar Egipto. En esta ocasión, si bien hay un resarcimiento económico, la
conquista es política. Pues ahora, a través del engaño, obtiene territorios. Así,
la enseñanza histórica que parece legar a las futuras generaciones, es que es
apto (Aun con su nuevo dogma religioso)
obtener tales réditos mediante este tipo de maniobras.
Un hecho que explicita el poder obtenido es la
división de su clan. Cuando Abraham llega a determinada edad, divide sus vienes
entre sus hijos favoreciendo a Isaac por sobre el resto, a los cuales envía al
este. Pues bien, esto no hace otra cosa más que establecer su dinastía. Su
territorio a crecido tanto que para poder administrarlo correctamente debe
dividirlo y poner cada sección bajo el cuidado de uno de sus hijos; siendo su primogénito
quien administrará el poder central cuando el haya muerto.
[1] Es necesario aclarar aquí
que a tal distancia en el tiempo, todas las fechas, aun las más rigurosamente
comprobables, son relativas pudiendo el hecho en cuestión haber acontecido unos
cuantos siglos antes o después.
[2] Egipto y un pequeño
imperio Asirio. Babilonia aun estaba en pañales. Y de China no hay referencias
ciertas.
[3] Tomemos por rey al
gobernante o encargado de la región, pues no existe ninguna posibilidad que
haya sido en efecto el faraón.
[4] El hecho es tomado como
normal y nada censurable; y eso, por sí mismo, habla de la forma de vida en
esos tiempos.
[5] Esclava egipcia, madre de
(por entonces) su único hijo.
[6] Aunque este hecho podría
dar cuentas que ya no pertenecían al clan, o podría haber sido deliberadamente
manipulado con posterioridad, para dejarlos fuera de la nueva religión de
Abraham.
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