En el año 1700 aC (Tomemos en
cuenta que a tal distancia en el tiempo, todas las fechas son aproximadas) Egipto
estaba en el inicio de su segundo periodo intermedio. El país se encontraba dividido
administrativamente en tres regiones las cuales el faraón Ameneses III proveyó
de un regente, quitándole así poder a los nobles provinciales en manos de
quienes estaba la propiedad de la tierra en ese momento. Es aquí donde el hijo
dilecto del más poderoso clan familiar de la región de Canaán, parece cuadrar
con la figura de uno de estos regentes. Como dije anteriormente, cómo llegó a
ocupar ese cargo es algo que ya he desarrollado en anteriores escritos, pero si
tenemos en cuenta que José pertenecía a un poderosísimo clan cuyas fronteras
sur limitaban con el norte del imperio Egipcio, y a esto le sumamos que tanto
su padre, Jacob, como su abuelo, Isaac, y su bisabuelo, Abraham, tenían serias
intenciones de habitar la región norte de Egipto; se nos hace muy difícil
pensar que José haya iniciado su ascenso al poder desde la esclavitud. Sin
embargo, como ya he dicho, no es menester a este trabajo la forma en que
accedió al poder, sino que finalmente llegó a él. Ya sea por las razones que
esgrime las escrituras, o por otras un tanto más terrenas, la figura de José
parece cuadrar a la perfección con la de uno de los tres regentes destinados a
administrar el imperio, y, aún al no haber hallado ninguna prueba histórica
sobre el cargo que habría ocupado, me atrevo a hacer tal afirmación, por
razones que más adelante argumentaré. Sin embargo, sea cual fuese su cargo
secular, el trabajo a realizar por este debía ser la confiscación de tierras a
favor del estado. La escritura bíblica es suficientemente clara del método
utilizado para dicha confiscación y aun para los más obedientes creyentes de la
ley se hace difícil el creer que el pueblo egipcio podría estar agradecido al
perder tan vilmente sus propiedades y ser reducidos a una condición de
esclavitud tan evidente.
En los registros históricos egipcios no existe
evidencia alguna de cual fue el método por el cual Ameneses III obtuvo las tierras
de sus súbditos, sin embargo sí es un hecho histórico que en ese periodo de
tiempo hubo una reforma sobre la propiedad de la tierra a favor de la Dinastía
gobernante.
Pues bien, si es finalmente José el regente de esta sección del Egipto,
y si éste ha cumplimentado de manera tan brillante el mandato faraónico sobre
la confiscación de las tierras, es posible que ello le haya permitido solicitar
de parte del Faraón tierras para sus hermanos (Su clan). Las cuales Ameneses
III le concede de buen grado, en gratitud por su desempeño. Así, los hermanos
de José pasan a ocupar las mejores tierras y, aunque no hay mención de ello, es
bastante claro que lo hacen en concepto de propietarios. De este modo es como
José, ahora posee un clan propio dentro del imperio. Esto, dentro de la
organización política egipcia, permitiría que con el tiempo ese clan tomara la
forma de dinastía, y por ende, podría reclamar para su líder el grado de Faraón,
cumpliendo así los sueños de sus antepasados de poseer la tierra egipcia. Es
aquí donde nuevamente debemos recurrir a la rigurosidad histórica. No puede ser
indiferente a los ojos de la historia que un imperio de la jerarquía e
importancia del egipcio, le entregara tierras a un grupo de extranjeros semitas
(Recordemos que el judaísmo, como tal, aún no existía); por lo tanto, si esto
hubiese acontecido, algún registro histórico de tal hecho debiera guardarse. Pues
bien, a diferencia de lo que muchos podrían creer, si lo hay; solo que no en la
forma que está contado en las escrituras.
En el siglo XVIII aC Egipto sufre una “invasión”
de los Hicsos, provenientes de Palestina. Estos se instalan en el norte del país
(Una de las regiones más aptas para el cultivo) y desde allí establecen una
suerte de gobierno autóctono. Si bien no hay un registro exacto de la fecha ni
las formas en que dicha migración se produjo, el periodo concuerda con la
entrada de los hermanos de José a la escena Egipcia, y los términos de su
ocupación guardan similitudes asombrosas con los “Beneficios” dados a estos por
el Faraón. De este modo, ya sea por ocupación o por invitación, tenemos a un
pueblo semita habitando una región de Egipto[1].
[1] Es poco probable que dicha
invasión haya sido en términos violentos, pues no había clan, por poderoso que
fuera, que pudiera oponérsele al imperio Egipcio.
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