miércoles, 30 de julio de 2014

Las concordancias históricas



En el año 1700 aC (Tomemos en cuenta que a tal distancia en el tiempo, todas las fechas son aproximadas) Egipto estaba en el inicio de su segundo periodo intermedio. El país se encontraba dividido administrativamente en tres regiones las cuales el faraón Ameneses III proveyó de un regente, quitándole así poder a los nobles provinciales en manos de quienes estaba la propiedad de la tierra en ese momento. Es aquí donde el hijo dilecto del más poderoso clan familiar de la región de Canaán, parece cuadrar con la figura de uno de estos regentes. Como dije anteriormente, cómo llegó a ocupar ese cargo es algo que ya he desarrollado en anteriores escritos, pero si tenemos en cuenta que José pertenecía a un poderosísimo clan cuyas fronteras sur limitaban con el norte del imperio Egipcio, y a esto le sumamos que tanto su padre, Jacob, como su abuelo, Isaac, y su bisabuelo, Abraham, tenían serias intenciones de habitar la región norte de Egipto; se nos hace muy difícil pensar que José haya iniciado su ascenso al poder desde la esclavitud. Sin embargo, como ya he dicho, no es menester a este trabajo la forma en que accedió al poder, sino que finalmente llegó a él. Ya sea por las razones que esgrime las escrituras, o por otras un tanto más terrenas, la figura de José parece cuadrar a la perfección con la de uno de los tres regentes destinados a administrar el imperio, y, aún al no haber hallado ninguna prueba histórica sobre el cargo que habría ocupado, me atrevo a hacer tal afirmación, por razones que más adelante argumentaré. Sin embargo, sea cual fuese su cargo secular, el trabajo a realizar por este debía ser la confiscación de tierras a favor del estado. La escritura bíblica es suficientemente clara del método utilizado para dicha confiscación y aun para los más obedientes creyentes de la ley se hace difícil el creer que el pueblo egipcio podría estar agradecido al perder tan vilmente sus propiedades y ser reducidos a una condición de esclavitud tan evidente.
 En los registros históricos egipcios no existe evidencia alguna de cual fue el método por el cual Ameneses III obtuvo las tierras de sus súbditos, sin embargo sí es un hecho histórico que en ese periodo de tiempo hubo una reforma sobre la propiedad de la tierra a favor de la Dinastía gobernante.
  Pues bien, si es finalmente José el regente de esta sección del Egipto, y si éste ha cumplimentado de manera tan brillante el mandato faraónico sobre la confiscación de las tierras, es posible que ello le haya permitido solicitar de parte del Faraón tierras para sus hermanos (Su clan). Las cuales Ameneses III le concede de buen grado, en gratitud por su desempeño. Así, los hermanos de José pasan a ocupar las mejores tierras y, aunque no hay mención de ello, es bastante claro que lo hacen en concepto de propietarios. De este modo es como José, ahora posee un clan propio dentro del imperio. Esto, dentro de la organización política egipcia, permitiría que con el tiempo ese clan tomara la forma de dinastía, y por ende, podría reclamar para su líder el grado de Faraón, cumpliendo así los sueños de sus antepasados de poseer la tierra egipcia. Es aquí donde nuevamente debemos recurrir a la rigurosidad histórica. No puede ser indiferente a los ojos de la historia que un imperio de la jerarquía e importancia del egipcio, le entregara tierras a un grupo de extranjeros semitas (Recordemos que el judaísmo, como tal, aún no existía); por lo tanto, si esto hubiese acontecido, algún registro histórico de tal hecho debiera guardarse. Pues bien, a diferencia de lo que muchos podrían creer, si lo hay; solo que no en la forma que está contado en las escrituras.
 En el siglo XVIII aC Egipto sufre una “invasión” de los Hicsos, provenientes de Palestina. Estos se instalan en el norte del país (Una de las regiones más aptas para el cultivo) y desde allí establecen una suerte de gobierno autóctono. Si bien no hay un registro exacto de la fecha ni las formas en que dicha migración se produjo, el periodo concuerda con la entrada de los hermanos de José a la escena Egipcia, y los términos de su ocupación guardan similitudes asombrosas con los “Beneficios” dados a estos por el Faraón. De este modo, ya sea por ocupación o por invitación, tenemos a un pueblo semita habitando una región de Egipto[1].


[1] Es poco probable que dicha invasión haya sido en términos violentos, pues no había clan, por poderoso que fuera, que pudiera oponérsele al imperio Egipcio.

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